¿Qué venimos a ver al Tablao de Carmen?

EL BLOG DE CARMEN/POST 2 por EVA BLANCH

Muchos espectadores llegan al Tablao de Carmen sin saber muy bien qué es lo que vienen a ver. Esperan un show con una historia, un argumento que empiece, se desarrolle, que llegue a un clímax y luego termine con un desenlace. Imaginan que todo ello irá acompañado con una coreografía adaptada. Como una función teatral: Una especie de ópera o de musical a la manera del folklore español.

Esta preconcepción nada tiene que ver con lo que es nuestro espectáculo de flamenco.

Los palos del flamenco

Lo primero que hay que saber es que el flamenco es un estilo musical que se divide en “palos”. Cada palo tiene una variedad diferente de ritmo: La alegría, la soleá y la seguiriya son tres de los palos más conocidos, pero existen muchos más, casi cincuenta. Hay palos más alegres, más rápidos, que son óptimos para empezar un espectáculo. Otros son más dramáticos, más lentos, necesitan más concentración por parte del artista y son más adecuados para cerrar el pase.

La estructura del espectáculo flamenco

En el tablao tradicional el espectáculo de flamenco se concibe como una sucesión de palos representados por cada uno de los artistas. Cada actuación es independiente de la anterior y de la que vendrá a continuación. Cada palo expresa algo, un sentimiento, una emoción que es puesta en escena a través del sonido de las cuerdas de la guitarra, de los gestos del bailaor, del taconeo, del compás y del silencio.

A través de los distintos palos el espectáculo irá transitando por distintos ritmos y emociones: Habrá un clímax más alegre cuando estemos en la alegría, más dramático con la seguiriya y más reposado cuando escuchemos un solo de guitarra.

Al final del pase sentiremos que lo concluido no ha sido la narración de una historia, sino una demostración de cultura, la expresión de un colectivo cuya cultura musical es ancestral y atemporal, que pasa de unos a otros a través del tiempo, como la lengua que hablamos o como las costumbres de los abuelos: es herencia y es una manera de ser y de vivir.

El “cuadro” flamenco de la casa

Se llama “cuadro de la casa” al grupo compuesto por los artistas que regularmente actúan en el Tablao. Son los guitarristas, los bailaores, los palmeros y los cantaores. Cada velada es diferente porque el flamenco así lo requiere. Hay una inevitable dosis de improvisación, de flexibilidad. Cada día se asignan los palos a los bailaores. Puede ocurrir que alguno de los artistas no tenga el ánimo para determinado palo. El flamenco necesita de sentimiento y el sentimiento no es algo mecánico. Pero gracias a una organización que funciona de una manera orgánica, en un ambiente familiar, los artistas se coordinan entre sí y ellos mismos marcan y definen el tono y el ritmo del espectáculo.

El Tablao de Carmen y otros tablaos

Una de las características que define al Tablao de Carmen es la voluntad de mantener el ambiente y la esencia de un espectáculo flamenco. Todo lo explicado anteriormente se mantiene aquí con mucho empeño y es el sello del Tablao de Carmen.

Además, el espacio está concebido para que exista cercanía entre los artistas y el espectador, huyendo de la distancia que se crea en un teatro, buscando el clima de complicidad entre los propios artistas, recreando la atmósfera que había en los “cafés cantantes” de la época gloriosa del flamenco en Barcelona. Y como sucedía entonces, el espectador come y bebe alrededor de una mesa mientras el espectáculo sigue en marcha.

El fin de fiesta flamenco

El palo flamenco por excelencia con el que se marca el punto y final del espectáculo flamenco es la bulería, un palo alegre, que invita a la fiesta, a la alegría final donde hay mucha improvisación, donde salen todos los artistas a celebrar el fin de la actuación y en el que a veces salen niños, madres, tíos o abuelos, que han estado presentes como espectadores, a menudo parientes de los artistas, jóvenes que se estrenan en las tablas de ese modo o parientes y amigos “que saben mucho” aunque no se dediquen profesionalmente. Y entonces se produce una situación casi mágica: nos parecerá que nosotros también formamos parte de la intimidad de estas familias, que asistimos a una boda o a un cumpleaños o a un bautizo, una de esas situaciones que son el origen y la esencia de este arte tan grande.