Juaneke en el Blog de Carmen por Eva Blanch

Con este artículo Mimo Agüero y el Tablao de Carmen inician una colaboración con la escritora y fotógrafa Eva Blanch. Un blog que pretende acercar el flamenco no solo al turista curioso o al extranjero sensible pero desinformado, sino también a aquellos aficionados que no se consideran entendidos. Un blog que además aspira a proporcionar un contenido que seduzca y represente a los propios artistas, a los flamencos, a los profesionales sin los cuales este espacio virtual no sería posible.

Las verdades del flamenco

Escuchar a Juaneke hablar de flamenco es escucharle cantar. Porque habla de flamenco y lo canta a la vez, no puede, no sabe, no quiere explicarlo de otra forma. Cuando una frase se alarga demasiado, enseguida llega un quejío o un repicar de nudillos en la mesa, marca un compás con el pie o suelta unas palmas. Qué mejor comienzo para este blog que entrevistar a uno de los cantaores más fieles y carismáticos del Tablao de Carmen, un artista de pura cepa que destila sabiduría allí donde va: Juan Fernández Amador, de nombre artístico Juaneke. Nos hemos citado en el patio cordobés del Tablao, el cantaor se ha sentado con gracia en una silla de enea, ha pedido una cerveza, un cenicero y ha esperado sonriente mi primera pregunta. –¿Qué es el flamenco, Juaneke?. Juaneke en el Tablao de Carmen Y Juaneke ha protestado con vehemencia, sin disimulos, sorprendido ante una pregunta tan genérica: “¡Explicar eso es imposible! El flamenco es arte. ¿Cómo explicas tú lo que es el arte? Inspiración, improvisación. Pellizco ¿Y cómo explicas tú lo que es eso?” Y entonces me ha clavado esta mirada tan suya, tan fuerte, una mirada que lo sabe todo y yo no me he amilanado, convencida de que sí lo va a contar, porque ya lo está haciendo.

Uno de los primeros cantaores del Tablao

Juan Fernández Amador fue de los primeros cantaores que trabajaron en el Tablao de Carmen, hace casi treinta años, y actualmente sigue en el cuadro diario. Criado en el barrio de La Mina, de familia de artistas, es reconocido a nivel nacional como uno de los grandes. Grabó “Linaje” en el año 2003, un disco convertido ya en referente. Compositor y poeta además de intérprete, su cante es puro y tradicional pero al mismo tiempo está enriquecido con aportaciones personales, que es la manera más genuina de entender esta profesión por parte de los gitanos. “Porque los gitanos no copiamos. Nos sale”

El pellizco

“Yo canto la misma letra y nunca la canto igual, porque cuando estoy actuando, estoy estudiando, conozco tanto lo que hago que puedo variarlo, y cada día hago lo mismo y siempre es diferente. Me dejo llevar por el momento, por lo que está pasando. Uno tiene que estar a gusto, sentirlo, respirar, llorarlo, y entonces sale y me doy cuenta de que estoy creando algo” Porque aquello que no se sabe muy bien qué es, aquello que no se sabe muy bien cuándo llega, a eso que le llaman “duende” y que unos tienen y otros no, que se mejora si se trabaja pero que no se aprende, aquello ligado al irresistible atractivo de la raza gitana, ellos, a eso, los artistas gitanos, a eso, le llaman pellizco. Y es Arte con mayúscula.

La verdad

Y Juaneke sigue hablando y sigue cantando. Saborea la cerveza, el cigarrillo. Con su foulard de lunares alrededor del cuello, su traje negro. Y ve que esto, como el cante, también le sale. Y me habla de la valentía, del cantaor que no tiene que depender del que le acompaña, que mejor si el que toca la guitarra sentado a su lado le conoce como si se hubieran criado juntos. Pero que si no, el artista que es artista de verdad, sale y canta, valiente. Y entonces me habla de la verdad y de la mentira. De los trucos que no hay que hacer. Que no hay que chillar. “Porque el flamenco cuenta verdades, y cuando va de mentira, cuando es falso, cuando no se siente, se nota en seguida”. Este gran artista, hombre temperamental de voz cavernosa, Juan, llamado Juaneke o Juanete por ser el pequeño de diez hermanos, me ha dicho al principio que no se sabe explicar. Pero que va a responder de corazón, porque él es sincero. Y a mi me parece que no se puede comunicar con más verdad. Ni ser más valiente.